Desierto de "Desesperacion"

DESESPERACIÓN:

El desierto de “Desesperación” se extiende más allá de la Frontera, hacia el este. Donde antes discurría un ostentoso río y varios puestos mineros ahora se encuentra la nada hasta donde tus cansados ojos puedan observar. Los restos del final de nuestra civilización puntean los centenares de kilómetros sin nada más que desierto, arena y muerte. Los edificios abandonados o destruidos son ahora los únicos refugios; el río transporta los peces muertos y su agua radiactiva es mortal para los que se atreven a beber de su cauce. Las cavernas y oquedades en la roca solo dan guarida a animales mutados, capaces de arrancarte la cabeza en un segundo.

No hay lugar para el hombre en este nuevo mundo, al menos no para el hombre que conocíamos hasta ahora. Desesperación nació bañado en la sangre de los seres que lo crearon y ahora se alimenta de los incautos que se atreven a atravesarlo.



INFIERNO:

El desierto de Desesperación es un lugar baldío, extinto, yermo. Ni sus desoladas colinas, ni su contaminado río o sus escarpadas rocas podrán darte refugio, comida o esperanza. Aun así, si logras sobrevivir en tu viaje por la Frontera, encontrarás un pequeño asentamiento, un cruce de supervivientes y viajeros, de hombres libres, peligrosos, sin nada que perder más allá que su propia vida. “Infierno” no tiene apenas una veintena de tiendas de campaña y pequeños refugios pero suficiente para comprar algo de agua o comida, quizá balas para tus armas, si las tienes, o buscar algo de trabajo con los comerciantes nómadas que se arriesgan a viajar en este devastado mundo de muerte. Un par de cervezas junto al fuego y cualquiera de ellos te contará la leyenda de la ciudad perdida, de cuevas inundadas de riquezas o de cualquier otro rumor que se ha convertido, para muchos, en una forma de vivir, sobrevivir, después del fin del mundo.

En Infierno tienes un punto en medio de la nada. Un lugar al que asir tus cansadas manos y descansar por unos momentos, pero no te confíes. Más allá de la Frontera solo existe la ley de las armas, del más fuerte y en Infierno hay muchos hombres y mujeres dispuestos a recordártelo. Dentro podrás reír, contar con cierta seguridad e incluso descansar, pero fuera, lejos de sus tiendas y del Capitán, no habrá quien te salve de su codicia.



EL CAPITÁN:

Infierno se levantó poco a poco, nacido de la confluencia de los caminos más allá de la Frontera y el continuo devenir de supervivientes y viajeros que necesitaban un lugar de resguardo y descanso. Cuando el Capitán llegó con sus hombres (dicen que huido de la ciudad tras asesinar a uno de sus mandos militares) puso todo su empeño en crear un pequeño asentamiento, lejos de la mano de la civilización, capaz de servir a los hombres libres como un lugar seguro donde comer, descansar y continuar su camino. Infierno nunca se pensó como un pueblo o una ciudad, el Capitán no lo permitiría (todo lo que atrae en masa a la gente llama la atención de los oportunistas, bandidos o militares); sin embargo sus tiendas han generado que algunos comerciantes nómadas trapichen con seguridad con los supervivientes que viajan por el desierto, convirtiéndose en un punto de paso y referencia para muchos que tratan de recuperar su vida en el nuevo mundo.

El Capitán y sus hombres, por lo tanto, se encargan de la seguridad de este pequeño asentamiento, de los comerciantes que allí descansan y de cualquiera que llega para descansar pero, no te equivoques, todo tiene un precio, y el Capitán es un hombre inflexible. Si quieres algo debes pagar por ello, ya sea con materiales, algo de valor para él o con trabajo. Se dice que el Capitán busca algo entre las ruinosas construcciones abandonadas del páramo, quizá entre sus montañas o grietas o en las profundidades del río contaminado, aunque nadie lo sabe a ciencia cierta…